El conjunto culé hoy se encuentra sumido en una profunda crisis económica que ha repercutido en otras áreas. El mal manejo de las cuentas y la pandemia han pasado factura.
El Barça afronta la mayor crisis económica de su historia. Nada volverá a ser como antes en los próximos años. Ayer vivía en el cielo y hoy está cayendo al infierno. Ese distanciamiento prolongado por la pandemia del covid-19 dejará secuelas y costará recuperar todos los vínculos que existían. La situación actual obliga a repensar el negocio del fútbol y replantear los presupuestos ante la brutal caída de ingresos.
Los grandes clubes vivían por encima de sus posibilidades, pero la pandemia les ha cortado las alas, los números rojos aparecen en todas las ligas europeas y el Barça, lejos de ser la excepción, es el más afectado. El futbol, quien antes de la llegada de la pandemia era una gallina de los huevos de oro es una víctima más del coronavirus.
Esa gallina de los huevos de oro ha ingresado en la planta de cuidados intensivos, necesita urgentemente una terapia de recortes salariales y contención de gasto. La viabilidad de futuro pasa por una reducción presupuestaria a fondo hasta que los estadios puedan volverse a abrir.
El modelo actual no es sostenible sin una reducción drástica de los sueldos que cobran los futbolistas. No hay otra salida. La alarma se ha disparado en la tesorería de los clubs, los impagados están a la orden del día. Ya se cumplió un año de la llegada del virus y hay que tomar medidas urgentes.
El Barça afronta la crisis bajo mínimos y con un problema todavía mayor: Es el club con la masa salarial más alta, el que más sufre. La gestión económica los tres últimos años ha sido nefasta y ha acumulado una deuda inmensa en el peor momento posible. Si el club fuera una empresa, ya habría presentado suspensión de pagos.
Se debe rendir cuentas
El covid-19 terminó por cerrar el grifo de los ingresos ordinarios que necesitaba la escuadra catalana para garantizar un mínimo de sostenibilidad económica. La agonía financiera es asfixiante por mucho que se retrasen pagos de jugadores y créditos. Es necesario hacer una auditoria más profunda para investigar y esclarecer cómo se llegó a la situación actual.
Ante una crisis así, es indispensable que los socios del Barça delimiten y establezcan responsabilidades. Como propietarios de la entidad deben conocer con detalle la situación económica y sus consecuencias. La tesorería acumula un fondo de maniobra negativo de 601,8 millones lo que obligará al nuevo presidente a tomar medidas excepcionales. Las deudas, a corto plazo, superan los 300 millones.